ALTER CHRISTUS

Busca irradiar una espiritualidad sacerdotal de comunión a través de ejercicios
y retiros espirituales, dirección espiritual, cursos de formación y renovación sacerdotal.

viernes, 30 de abril de 2010

Retiro Internacional de Sacerdotes en ARS
Retiro Internacional de Sacerdotes en ARS

jueves, 17 de diciembre de 2009

(Ciclo C) Navidad

Navidad (ciclo C)

“Renacer en Belén”

LA PALABRA DE DIOS: 1ª: Is.9,1,3-6; 1 Ti. 2,11-14; Lc 2,1-14

La venida de Cristo al mundo representa el momento culmen de la historia de la salvación. El Verbo de Dios se hace carne y eleva al hombre a la condición divina. En Cristo se realiza una nueva creación, exenta ya de pecado y de muerte, de la que todos formamos parte. El es el manantial de pureza y la luz imperecede­ra que ilumina todos los caminos. Nuestra mirada se dirige hoy hacia la cueva de Belén donde nace un niño. Llaman la atención dos circunstancias poco comunes: Sus padres fueron a Belén para registrarse en el censo que mandaba César Augusto; acontecimiento muy humano. Y también esa noche un coro de ángeles canta la gloria de Dios, poniendo en evidencia que se trata de un acontecimiento divino. (Evangelio). El misterio de la Navidad es además un compendio acabado de las virtudes cristianas vividas por sus protagonistas:

La ternura de Jesús, la alegría humilde de María, la fe de José, la ingenuidad y sencillez de los pastores, las relaciones fraternales de todos. Son los acordes espirituales de una sinfonía con la que comienza la obra de la salvación. Este niño ha comenzado a reinar en el trono de David su Padre (1ª lectura). En este reino estamos todos los redimidos y nos corresponde manifestar nuestra pertenencia con una vida “sobria, honrada y religiosa” (2ª lectura).

MENSAJE DOCTRINAL:

1) “Noche de serpentinas y estrellas”

La noche de Navidad tiene un atractivo incomparable. Grandes y pequeños nos vemos envueltos en su magia; con razón el ángel anuncia a los pastores que les trae la noticia más feliz: Dios ha enviado a su Hijo a la tierra. La llegada del Salvador es motivo de alegría para todo el pueblo elegido. Las ruinas del pecado ya no prevalecerán sobre él, pues el brazo de Cristo trae la victoria definitiva de Dios: el triunfo de la gracia sobre el pecado, de la luz sobre las tinieblas, de la fe sobre la incredulidad. El Verbo eterno viene a llamar a la amistad y a la filiación divina a todos los que quieran recibirle. Este recién nacido trae un mensaje de esperanza a un mundo que parece no esperar ya nada; una rayo de luz a la humanidad sumergida en las tinieblas; un elemento de novedad a una sociedad decrépita en muchos de sus rasgos. El Niño que nace es un destino nuevo que se abre, una esperanza que se despierta. Nuestra sociedad contemporánea está cayendo en la tentación de vaciar de contenido las fiestas y los acontecimientos más entrañables; y la Navidad es sin duda una de las más estropeadas por el hombre de hoy. Se organiza la Navidad y la vida entera de manera individualista y egoísta, ajenos totalmente a los problemas de los demás. ¡Qué contradictorio es enviar felicitaciones a los familiares y amigos y al mismo tiempo no hacer nada por lograr un mundo más feliz para todos; o hacer regalos a nuestros hijos, familiares y amigos, y no hacer nada para regalarles nuestra cercanía, nuestra comprensión, nuestra ayuda gratuita!

2) “Vigilar con los pastores”

Había unos pastores que pasaban la noche al aire libre. Hay gente que duerme y gente que vela. Duermen los que ya tienen los graneros rebosantes, los que ya han encontrado el paraíso perdido, los que pueden explicarlo todo y los que ya pasan de todo. Velan los que esperan un nacimiento, los que trabajan para que el hombre y la mujer puedan tener esperanzas, los que están atentos para oír la voz del que llora. El pastor es el hombre que soporta el sol y el viento. Vive al aire libre y va de acá para allá, detrás del rebaño que necesita pastos. Los pastores de Belén no eran diferentes. Pudieron oír el llanto de un recién nacido a media noche. Tenían el corazón y los ojos lo bastante limpios para percibir que, en medio de la noche, brillaba una luz. Eran lo suficientemente humildes para maravillarse de la novedad de Dios. Y oyeron el llanto, vieron la luz, encontraron al Niño. La Navidad exige de nosotros una conversión siempre renovada. Eso significa que debemos aceptar que Jesucristo viene a liberarnos de nuestra miseria. Hemos de dejarnos salvar y comprometernos para salvar a los demás. La Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Volver a nacer a la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre. Dios no nos ofrece palabras; más que darnos explicaciones ha querido sufrir en su propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia. Merece la pena ser hombre; Dios mismo comparte nuestra vida y con Él podemos caminar hacia la plenitud.

3) “Niños como el hijo del Rey”

Jesús es Hijo de Dios e hijo de María. Envuelto en pañales gobernará el mundo. Es un Dios revestido de humildad. Por un lado es Dios fuerte, eterno, inmortal; por otro, un niño frágil y sufriente. Tenemos que invocar la luz del Espíritu Santo para que nos ayude a descubrir en el Niño de Belén el rostro humano de Dios; y en cada uno de nuestros hermanos el rostro divino del Señor. El niño que todavía hay en nosotros se despierta para acoger a ese Dios pequeño, infantil, incapaz de engaños y manipulaciones. Un Dios sencillo, confiable, transparente, acogedor.

Decimos a veces que la Navidad se ha de vivir de algún modo con espíritu de niño. Y es verdad si quiere decir que, como los niños, hemos de poner nuestra confianza en los demás más que en nosotros. Es decir, que hemos de valorar más lo que recibimos que lo que damos. Celebrar la Navidad quiere decir, sobre todo, darnos cuenta de que Dios comparte nuestra vida en la debilidad. Es, sobre todo, la celebración de la gran gracia y del gran don: Dios no nos ha hecho sólo a su imagen y semejanza sino que ha querido injertar su vida personal en la historia del hombre al hacerse carne. Hay algo que solamente se puede descubrir con corazón de niño: la eterna infancia de un Dios que puede despertar nuestra ternura y nuestra capacidad de amar por puro gozo. A los adultos se nos hace más difícil disfrutar del contenido entrañable de estas fiestas. Lo que nos impide gozar como niños no es la edad, sino nuestro corazón envejecido, autosuficiente, lleno de egoísmo y de intereses. Nuestra vida agitada, polarizada en la búsqueda obsesiva de eficacia, rendimiento, seguridad y bienestar a cualquier precio. El niño habita un mundo diferente del nuestro.

No ha cerrado todavía las puertas de su ser a lo bueno, lo hermoso, lo admirable. No necesita tampoco esconderse detrás de una máscara. Puede revelarse como realmente es, en lugar de dedicarse a proyectar imágenes que agraden, seduzcan o engañen. El niño no ha aprendido todavía a manipular a los demás. Su vida es acogida y crecimiento.

PARA LLEVARLO A LA VIDA:

¿Qué podemos hacer para que la Navidad no se quede fuera de nosotros, para que la Navidad entre realmente en el corazón de nuestra vida? En muchos de nuestros hogares hemos hecho una representación sencilla del Nacimiento. Las figuras de escayola son estáticas pero representan nuestro compromiso con Dios. Mi primer compromiso es ser una Navidad viva. Pero no basta. Debo prolongar la Navidad. Que en todas partes haya Belenes vivos. Esparcir semillas de Navidad significa contagiar el gusto por lo pequeño y lo sencillo; convencer a la gente de la necesidad del desprendimiento y de la urgencia de compartir, de descubrir el secreto de la felicidad, de aprender que nuestra ley fundamental no es sobrevivir, sino servir y amar.

P. José Luis Díaz, LC.

(Ciclo C) Sagrada Familia

Sagrada Familia (ciclo C)

“Iglesia doméstica”

LA PALABRA DE DIOS: 1ª: Ecles 3,3-17; Col. 3,12-21; Lc. 2,41-52

En el prólogo del libro del Eclesiástico el venerable sabio que lo escribe recuerda afectuosamente a su “abuelo Jesús” (v.7). El dato es aleccionador a la hora de plantearnos nuestros deberes filiales. ¿Qué quiere Dios para la familia? Primero, que al ser casa y templo a la vez, esté cimentada en las buenas relaciones humanas, pero también hace falta la bendición de divina para que estas relaciones no se deterioren cuando entran en conflicto. Todo lo que Dios bendice queda unido y perfeccionado: el esposo, la esposa, los hijos, la mesa del hogar, se convierten en la imagen de la familia como Dios la quiere (Salmo). Las exhortaciones de Pablo a los Colosenses son un programa para toda familia cristiana a la luz de la fe. Dentro de esos cuatro muros sagrados la convivencia familiar se basa en el amor y llega a ser alegre y serena cuando se introduce el momento del perdón. (2ª lectura). Se puede teorizar en esta doctrina pero San Lucas prefiere usar hoy los medios audiovisuales para que contemplemos en vivo y en directo la escena llena de ternura del reencuentro del niño Jesús con José y María en el templo de Jerusalén. Este capítulo entra en el género del drama pero aún en medio de su gravedad se percibe la frescura de una relación entrañable y ejemplar, llena de misterio, pero humilde y sencilla como la de cualquier familia de Nazaret. Así puede ser verdaderamente una pauta de comportamiento para la familia de hoy.

MENSAJE DOCTRINAL:

1) “Esposo y esposa”

Al instituir esta fiesta, la Iglesia presenta a la Sagrada Familia como el modelo y la fuente de inspiración para todas las familias. Es “sagrada” porque está formada por un hombre justo, una mujer llena de gracia y un hijo que es hombre-Dios. Cada familia debe procurar asemejarse a la familia de Nazaret, en donde cada miembro es reconocido en su dignidad como persona, en donde reina el amor y en donde todos son un solo corazón y una sola alma. Esta familia tan especial se nos presenta como un himno vivo de los valores espirituales que tan frecuentemente faltan hoy en las parejas jóvenes, y que son indispensables para formar un matrimonio que resista en el tiempo; valores como el conocimiento y la estima recíprocos, la capacidad de salir de sí mismos, de cultivar proyectos e ideales comunes, silencios, oración. Las palabras de María: “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”, pueden parecer sólo un detalle pero contienen una enseñanza importantísima; no piensa sólo en ella sino también en su esposo; María y José forman un único sujeto. La palabra esposo o también “cónyuge” nos recuerda la imagen del yugo que une a dos personas para cumplir una misma tarea y la podríamos traducir así: “puestos bajo el mismo yugo”; se trata de una unión de voluntades y, por ello, “un yugo suave y una carga ligera” como la que nos ofrece Cristo (Mt. 11,30). Tertuliano escribió un bello elogio del matrimonio: “¡Cómo es hermoso el yugo que une a dos creyentes que tienen una única esperanza, un mismo deseo, una misma regla de vida, una misma voluntad de servicio! Juntos oran, se instruyen, se exhortan y se sostienen. Juntos en el templo y en la mesa, en las dificultades y en las persecuciones y juntos también en la alegría”.

2) “Respeto y piedad filial”

El Evangelio describe el episodio en el que Jesús se pierde en el templo y es encontrado por sus padres; después vuelven juntos a Nazaret y permanece sujeto a ellos por casi treinta años. Jesús, que es la revelación del Amor de Dios, crece, convive, trabaja, en la sencilla relación diaria de una familia de aldea. San Lucas nos deja oír las primeras palabras de Jesús con las que responde a la pregunta de María: “¿No sabíais que debía ocuparme de las cosas de mi Padre?” Esto nos hace recordar también sus últimas palabras antes de morir, que fueron una oración llena de confianza en su Padre: “Padre, perdónalos”, “Dios mío ¿por qué me has abandonado?”, “en tus manos encomiendo mi espíritu”, “consummatum est”. Es evidente que Jesús vive bien integrado en su entorno familiar, en su relación con Dios y en las prácticas de la fe de Israel. ¡Qué gran modelo para el diálogo entre padres e hijos! En nuestro siglo XXI estamos sufriendo la crisis de un abismo generacional en donde falta el diálogo entre padres e hijos o en donde las relaciones están deterioradas. El diálogo en familia debe ser constante: los padres transmiten valores antiguos, los hijos, valores nuevos.

De esta manera la humanidad crece sin desgarros, en sabiduría y en gracia como crecía Jesús. José y María le han entregado su confianza pero Jesús no se aprovecha de ella. Como padres conocen bien los planes de Dios sobre su hijo pero Jesús les recuerda que su misión consiste en ocuparse de las cosas de su Padre celestial. Los padres de familia de todos los tiempos corren el peligro de interpretar las experiencias de sus hijos con criterios humanos pero el Señor los increpa como reprochó un día también a Pedro: “Tú no piensas según Dios sino con criterios muy humanos”; dicho en otros términos, los afectos humanos de unos buenos padres son santos, pero siempre deberán estar subordinados a los planes de Dios. Y esto, no sólo en el caso de Jesús, sino en el de todos nosotros. Por eso los padres deben estar siempre abiertos a las enseñanzas de los hijos porque son portadores de valores nuevos. Como bien decía Peter de Vries: “El valor del matrimonio no está sólo en el hecho de que los adultos engendran a los niños, sino que los niños engendran también a los adultos”.

3) “Encontrar al hijo”

Imaginemos la angustia de unos padres que pierden a su hijo; a algunos les bastará recordar una experiencia personal. En Jerusalén ¡habían transcurridos ya tres días de búsqueda infructuosa! Al encontrarlo en el templo, María, la mujer fuerte, toma la palabra en lugar de José y reprocha a Jesús: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?”. María comprende de inmediato que Jesús no se había extraviado sino que había hecho una elección y pregunta el por qué. En realidad no es un reproche sino un desahogo y una súplica de auxilio al hijo de doce años que ha alcanzado ya la madurez espiritual. ¡Cualquier otra madre habría descargado el nerviosismo menos dulcemente, después de haber encontrado un hijo que se aparta voluntariamente de la caravana! Cuando llegue a la edad de treinta años volverá a dejar la casa para responder al Padre: “He aquí que vengo para hacer tu Voluntad”. Seguramente María habría deseado tenerlo más tiempo en casa, pero esto no era posible. ¡Cuánto debe hacer pensar a unos padres cristianos este ejemplo!

Especialmente cuando su hijo les dice: “Quiero ser sacerdote” “Quiero ser religiosa”. ¡Y esto significa irse de casa! La vocación es un llamado personal de Dios; cuando ocurre, los padres no deben impedirla porque condenarían a su hijo a la infelicidad; así como tampoco ningún padre podrá imponer nunca a su hijo la vocación que a un buen padre sueña para su hijo o hija porque lo condenaría igualmente a la infelicidad. Es una dura realidad, pero para una familia cristiana se convierte, con la gracia de Dios, en la mayor de las bendiciones. El hombre es feliz solamente cuando se realiza en el cumplimiento de su verdadera vocación.

PARA LLEVARLO A LA VIDA:

Hoy tenemos que pedir a Dios por la unidad de nuestras familias y comprometernos a promover el diálogo entre padres e hijos. Y si Dios llama a uno a su servicio, no debemos considerarlo como “un niño que se pierde en el templo” sino como “el hijo que encontramos” ocupado en las cosas de su Padre celestial. Toda familia cristiana, como la de Jesús, da prioridad a la participación en las celebraciones de la Iglesia porque sabe que es una forma muy elocuente de expresar que la familia es una iglesia doméstica. La plegaria eucarística III lo dice explícitamente: “Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia”. ¿Hay en nuestras familias comprensión, misericordia, humildad, tolerancia?


P. José Luis Díaz, LC.

IVº domingo de Adviento (ciclo C) ...

IVº domingo de Adviento (ciclo C)

“El pesebre está listo”

LA PALABRA DE DIOS: 1ª: Miq. 5,2-5; Heb. 10,5-10; Lc 1, 39-45

El cuarto domingo de Adviento coincide este año con la vigilia de Navidad; Es una razón más para centrar nuestra atención en el misterio de Belén y contemplar al Niño que viene a salvarnos, como canta el salmista. Este hijo del hombre llega con la fuerza de Dios porque es el Hijo de Dios (Salmo). Atrevámonos a entrar dentro del alma de Jesús en el seno de María y escuchemos su ofrecimiento al Padre: “He aquí que vengo a hacer tu Voluntad”. Su misión está clara. Desde el primer momento de su llegada al mundo Jesús hace la declaración de sus intenciones pues “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo” (2ª lectura). La escena de la visitación de María a su prima Santa Isabel debe preparar nuestro corazón para que vivamos esta Navidad con espíritu de gratitud y admiración. (Evangelio). Vivíamos sumergidos en las tinieblas del pecado pero hoy va a llegar una gran luz, el sol de justicia, en la figura de un niño rodeado de ternura. Que las luces de bengala o el bullicio de nuestras calles no nos distraigan de la contemplación del misterio del nacimiento del Hijo de Dios.


MENSAJE DOCTRINAL:

1) “Belén, humilde y grande”

En nuestros hogares cristianos hoy se respira un aire de expectación propio de los grandes acontecimientos, porque, como canta el villancico popular: “Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad”. La espera se hace cálida y un aura de poesía comienza a envolver todas las cosas. Sin embargo no ocurre así en todas partes. Para algunos lamentablemente todo quedará en esto: luces de colores parpadeantes, pinos artificiales cargados de regalos, panderos y fanfarras. Muchos vivirán distraídos estas últimas horas con el nerviosismo de las prisas por las compras que aún hay que hacer. ¿Por qué no organizarse para involucrar a todos los de casa en la preparación de la cena familiar de esta noche? Es providencial que nuestra Misa dominical nos acerque este año hasta el portal de Belén para no quedarnos en las tramoyas superficiales de la fiesta y en las envolturas del misterio. El niño Jesús va a nacer. Se trata de un gesto divino que sólo se puede percibir en la oración y en el recogimiento interior. María nos va a ayudar a poner las cosas en su sitio y a no dejarnos engañar. Ella nos dice que frecuentemente los valores más profundos se esconden entre los humildes. La primera lectura dibuja el lugar de la escena previsto por los profetas: Belén, un caserío insignificante pero con un gran destino. “Era la más pequeña entre las aldeas de Judá”, y sin embargo, fue en ella en donde nació el Mesías. Esta nota urbanística nos recuerda los criterios que Dios ha seguido al elegir a las personas: María, los pastores, el pesebre, la gruta, un niño. La Navidad va a ser siempre la fiesta de los humildes y el rescate de la gente pobre. A través de toda la revelación el Señor se nos presenta como un Dios que se inclina sobre los humildes, los afligidos, los abandonados y sobre aquellos que no son nada a los ojos del mundo. Pero a nosotros no puede bastarnos el solo recuerdo de que Dios mira a los humildes, ni siquiera el hecho de que nosotros mismos nos interesamos por los humildes. Debemos llegar a ser también nosotros pequeños y humildes de corazón. La basílica de la Natividad de Belén tiene una sola puerta de ingreso y es tan baja que no se pasa por ella si no es encorvándose profundamente. Esto encierra una verdad espiritual: recordar a los peregrinos que para penetrar en el significado profundo de la Navidad era necesario hacerse pequeños.

2) “Ha llegado la salvación”

Este Niño que nace en Belén, y que nos va a dar motivos entrañables de meditación y gozo, es el mismo que luego se entregará por la salvación de la humanidad: ha venido a eso, ésta es su vocación mesiánica. Navidad es el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo amado. Dios no puso límites a sus dones ni dudó en entregarnos a su propio Hijo como Redentor y modelo. Así, Navidad se revela como el gran misterio de amor y, a la vez, en el gran compromiso de santidad de todos los cristianos. El autor de la carta a los hebreos nos describe la actitud de Cristo al venir al mundo: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu Voluntad”. Esta es también la postura de María, que se hace esclava del Señor en la Encarnación y sierva de los hombres en la Visitación. Por su fe, la Virgen de Nazaret se ha convertido en bienaventurada y todas las generaciones la reconocen como Madre de los creyentes. San Agustín no duda en afirmar que María, por su fe, concibió a Jesús antes en su corazón que en su seno virginal. Donde no hay fe no hay historia de salvación y el hombre pierde su tiempo y su vida en la lejanía de Dios. Por la fe entra también Dios en nuestras vidas y está con nosotros, y el tiempo no discurre vacío. En las entrañas de la fe actúa la Palabra de Dios y se hace carne visible y palpable por las obras de la fe. Porque no hay fe sin obras. Cuando la fe crezca y llegue a su plenitud, se manifestará la hora de la fe, o la obra de Dios por la fe y en la fe de los creyentes.

3) “María, templo y sagrario”

Este cuarto domingo es eminentemente mariano pues toda la liturgia queda estructurada como si fuera una fiesta de la Virgen. La Madre misma se apresta a prepararnos para que recibamos a su Hijo con fe y profundidad. El prefacio III de Adviento que se reza hoy tiene por título “María, nueva Eva”. Allí aparece María como una síntesis de todos los justos del Antiguo Testamento que esperaron al Mesías; es llamada “la verdadera hija de Sión”, la Madre del que ha traído a la humanidad la paz y la salvación y ha abierto caminos de vida, al contrario de Eva. También Lucas nos habla de la joven de Nazaret que acaba de concebir por obra del Espíritu Santo y se va aprisa a visitar a su parienta Isabel que se encuentra ya en el sexto mes. Nosotros la invocamos en las letanías lauretanas llamándola “arca de la alianza”. El arca que contenía las tablas de los mandamientos era el símbolo de la alianza entre Dios y su pueblo y prenda de la presencia protectora de Dios en medio del pueblo consagrado a Él. La visita de María con el Hijo en su seno será una bendición para la familia de Isabel. Cuando Isabel felicita a María por haber creído todo lo que se le ha dicho, aquella felicitación o bienaventuranza vale para nosotros si recibimos con fe la palabra del Evangelio con todas sus consecuencias. Entonces también nos convertiremos en “arca de la nueva alianza”. ¡Dichosa tú porque has creído! Le dice Isabel. Ninguna mujer más dichosa que Ella, ninguna más extraordinaria, ninguna tan maravillosa, ninguna tan asequible, ninguna tan heroica, y sólo porque creyó de verdad y hasta el final, haciendo posible, con su fe, la obra de Dios en su vida, una obra que, salvando las distancias, es la que puede y debe realizarse en cada cristiano.

PARA LLEVARLO A LA VIDA:

Dios por la Eucaristía nos ha convertido en templos de su Hijo. Cristo realiza hoy el misterio de la Encarnación en todos aquellos que, como María, le abren el corazón sin poner obstáculos a su gracia. En la medida en que más actuemos como esclavos del Señor, más fecunda será la redención realizada en nosotros y por nosotros. María, una de las figuras más relevantes de Adviento, es el camino que ha escogido Dios para acercarse a nosotros. Puede ser muy bien el camino que nos acerque a Dios.

P. José Luis Díaz, LC.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Curso de Renovación Sacerdotal en Jerusalén


Este curso va dirigido a los presbíteros de toda la Iglesia.

Un sacerdocio santo es el ´fulcro´ de la nueva evangelización en este tercio milenio, ya que el sacerdote es el puente entre Dios y el hombre.

Este curso se propone renovar el carácter sacerdotal recibido en la ordenación, y va a tener lugar precisamente donde Cristo instituyó el sacerdocio. De esta forma se espera que sea una fuente de gracia, una experiencia renovadora y una vigorosa motivación para la vida y el ministerio de cada sacerdote.

Juan Pablo II subraya en la ‘Pastores Dabo Vobis’ que el alma de la vida del sacerdote es la fidelidad al carisma recibido con la unción:

"Es el Espíritu Santo, infundido con el sacramento, el que sostiene al sacerdote en esta fidelidad y el que lo acompaña y estimula en este camino de conversión constante. La formación permanente es expresión y exigencia de la fidelidad del sacerdote a su ministerio, es más, a su propio ser. Es, pues, amor a Jesucristo y coherencia consigo mismo. Pero también es un acto de amor al pueblo de Dios, a cuyo servicio está puesto el sacerdote" (PDV 70)

Hay peregrinaciones durante todo el año y dos cursos especiales, impartidos en los meses de Enero y Julio Su duración es de tres semanas. Respecto a éstos, el P. Juan Solana comenta:

«La nueva evangelización en el tercer milenio tiene su fulcro en la santidad del sacerdote, y por ello queremos colaborar con los sacerdotes, en este curso, a renovar el carisma recibido por la imposición de las manos (Cf. 2Timoteo 1,6), queremos que sea un momento de gracia y un momento de renovación en la vida y ministerio sacerdotal»,

Las fechas programadas de los cursos del 2010 al 2015 son:
2010
Lunes 18 de enero a sábado 6 de febrero
Lunes 12 de julio a sábado 31 de julio
2011
Lunes 24 de enero a sábado 12 de febrero
Lunes 18 de julio a sábado 6 de agosto
2012
Lunes 23 de enero a sábado 11 de febrero
Lunes 16 de julio a sábado 4 de agosto
2013
Lunes 21 de enero a sábado 9 de febrero
Lunes 15 de julio a sábado 3 de agosto
2014
Lunes 20 de enero a sábado 8 de febrero
Lunes 14 de julio a sábado 2 de agosto
2015
Lunes 19 de enero a sábado 7 de febrero
Lunes 13 de julio a sábado 1 de agosto


CUOTA DE PARTICIPACIÓN

- 1750 € ó su equivalente en dólares
- Habitación individual 310€ extras.

Incluye
- pensión completa en habitación doble
- viaje de tres días a Galilea
- entradas y guías a lugares históricos
- visitas guiadas en Jerusalén y sus alrededores
- conferencias y material didáctico

No incluye
- viaje en avión del propio país a Tierra Santa y retorno
- seguro de viaje
- seguro de gastos médicos
- visitas guiadas durante los días libres
- Suplemento por habitación individual de 310€
- días extras (en caso de que llegue antes o se vaya después de los días antes señalados)

ACTIVIDADES

· Adoración Eucarística diaria
· Celebraciones litúrgicas en común
· Renovación de las promesas bautismales y sacerdotales
· Estudio personal de espiritualidad, los Padres de la Iglesia y Santa Escritura

Visitas guiadas y concelebraciones Eucarísticas en lugares Santos
· Jerusalén
· Belén, Herodión, Emaús y Jericó.
· Cesarea Marítima
· Tabor, Betshean, Nazaret y Caná
· Cafarnaúm, Tabgha y el Lago de Tiberíades
· Tabor
· Qumran
· Mar Muerto
· Masada

IDIOMAS

Español, Inglés e Italiano, todos con traducción simultánea.

Invitado Especial

Su Beatitud Fouad Twal, Patriarca Latino de Jerusalén
"La Iglesia Católica y la Tierra Santa"


Información e inscripciones:
P. Agustín De la Vega, L.C.
Madrid, España.
+34 600578445

Centro Sacerdotal Alter Christus
Madrid, España
+34 666402474
crs@arcol.org
alterchristus@redmision.org